CV Deyanira Sequeira
9 de agosto 2011
Preparado para una presentación sobre capacidades
del Bibliotecario futuro.
Deyanira
Sequeira Ortiz nos va a hablar de capacidades, de habilidades, de instrumentos
que nos convierten en profesionales de la información. Me toca hacer una somera
reflexión sobre esas capacidades que le permitieron, durante más de cinco
décadas, ejercer la profesión. Estudió
en el Colegio de Señoritas, un verdadero semillero de mentes, y de entusiasmos
que permitieron que, en una época muy deprimida económicamente –la posguerra- y
según sus palabras, pudiéramos atar nuestro carro a las estrellas.
Se formó
primero que en Bibliotecología, en Ciencias
Económicas. Época de don Rodrigo Facio, quien tuvo la visión de conseguir una
beca para que realizara sus estudios de posgrado en una gran universidad
norteamericana: la Columbia University, bajo la guía de excelentes profesores que guiaban a los estudiantes para que
aprendieran a manejar no sólo los instrumentos de la profesión, sino la teoría
que sustentaba todos los procesos. La fabulosa biblioteca fundada por el mismo
Dewey era un apoyo y un asombro continuo. Ahí aprendió sobre la rigurosidad, la investigación como forma de
crear conocimiento nuevo, y el trabajo duro. Unido a este aprendizaje estaba
también la práctica en el Hospital Presbiteriano, donde entendió que la
información sirve no solo para aprender o investigar, sino para curar enfermedades. También aprendió a discriminar, cuando aún
Internet no existía, cuáles eras los mejores textos en medicina interna, en
gastroenterología, diabetes, cardiología, enfermería… el manejo de
vocabularios, de lenguajes, de métodos de sistematización del conocimiento. Ahí
se abrió la academia para ella, y esa ventana estuvo abierta para Deyanira el
resto de su vida.
En Costa Rica aprendió que
no hay trabajo pequeño, que se puede amar la catalogación y clasificación de
libros, o la atención al público, en una biblioteca universitaria, o de
colegio, y también se puede disfrutar la administración de una Biblioteca con
su equipo grande de empleados, o la dirección de una Escuela de
Bibliotecología. No importa desde donde se sirva, ella aprendió a amar la profesión
y los diferentes equipos con quienes fue compartiendo las tareas del momento.
La parte más rica de su trabajo la
realizó en la Universidad Nacional, en una época en que había que inventarlo
todo: el Estatuto Orgánico, los Comités de Apoyo a la Biblioteca para
seleccionar bibliografías, el trabajo con los equipos de profesores en todas
las carreras, la construcción del currículo… ese involucramiento con todo el
hervidero de ideas y sueños que fue empezar un proyecto de esa envergadura. Para Deyanira trabajar con los arquitectos
diseñando el edificio nuevo, los servicios, las redes, los sistemas fue
extraordinario, así como la creación de una Escuela de Bibliotecología que
atendiera las necesidades de bibliotecas en zonas alejadas del país, ofreciendo
cursos presenciales en los fines de semana para pobladores de regiones
alejadas.
El trabajo en la región centroamericana y del
Caribe
En colaboración
con la Oficina de Bibliotecas Escolares del MEP y con la OEA llevó la idea,
nueva para los años 80s, de una biblioteca escolar como centro de recursos. Los
CRAs que se hicieron populares. Fué a Nicaragua a participar en diagnósticos y
campañas de alfabetización, y al Caribe anglófono a entrenar
bibliotecarios. Inclusive el proyecto
que armó con su hermana Zaida y con el Ministerio de Educación de Nicaragua
permitió traer grupos de bibliotecarios por varios meses, para que se
entrenaran aquí y pudieran respaldar la alfabetización.
Trabajo como consultoras
Cuando inició
la empresa BIBASI, muchas colegas colaboraron dentro del país y fuera de él en
un trabajo muy nuevo en ese momento: la
modalidad de las consultorías; fuera de Costa Rica su énfasis fue en Wáshington, al abrigo de
sus enormes bibliotecas, empezando por LC.
Pero el reto mayor fue cuando tuvo que pasar de ese ambiente rico en
apoyos de todo tipo, a desarrollar un proyecto en Armenia, país al que la envió
el proyecto UNDP. En ese momento, Armenia acababa de independizarse de la
antigua URSS y era un país arrasado y desolado. Dice Deyanira que recuerda
haber pensado cuando se sintió en ese fin de mundo, totalmente incomunicada,
sin el recurso del lenguaje, sin ninguna herramienta o apoyo, que “aquí yo soy el único recurso, lo que sepa,
lo que haya aprendido es mi único bagaje. Eso nada más. Al final de mi estancia
ahí, vi que estaba equivocada: que también en ese país empobrecido y trágico,
la solidaridad de mis pares, era el recurso invaluable capaz de levantar
cualquier proyecto”.
El trabajo en las empresas nacionales
El énfasis que
a través de Bibasi ha querido
imprimir, en las empresas en donde ha
trabajado, es que los
bibliotecarios somos profesionales valiosos de apoyo a todos los procesos de
gestión de conocimiento institucional, no únicamente entrenados para realizar
trabajos técnicos de ingreso de registros normalizados en las bases de datos.
Por eso se ha involucrado en el diseño de sistemas de gestión, en la promoción
del software libre, de los accesos abiertos, de formas alternativas de control
de derechos de autor. Así mismo ha dado un impulso a las auditorías
informativas como medio de dar el salto hacia formas nuevas de compartir el
conocimiento institucional, involucrándose en los procesos de construcción de
ese conocimiento, y mostrando las herramientas que ofrece la tecnología de
punta para lograr la gestión, la colaboración, el compartir la información, la
innovación, y lograr tener impacto.
Según su opinión, a los grupos a los que más ha costado convencer es al de las propias
colegas, que insisten en contratar a Bibasi sólo para ingresar registros en las bases, para catalogar y
clasificar. A lo más consideran prioritaria la construcción de tesauros y
ontologías. Pero todo el entrenamiento nuevo en construcción de comunidades de práctica,
la formación de repositorios institucionales, y el desarrollo de una cultura
nueva e innovadora en las organizaciones, eso no parece una prioridad. Y en
esta parte de su vida profesional lo que realmente le preocupa es que
profesionales de otra áreas estén realizando esas tareas esenciales que hemos
dejado de lado, esa tarea de intermediarios, de curadores de información, de
agregadores de valor, de conductores de procesos, de formadores de redes y
comunidades en donde se genera el conocimiento. Mientras, los robots asumen de
a poco, o de a mucho, las tareas mecánicas a las que tanta prioridad se había
dado.
Relaciones con colegas en redes
Deyanira opina
que fuera de esos entornos tan fijos y reglamentados, el ambiente es mucho más
libre y permite una enorme solidaridad y retroalimentación. Gracias a internet
y a las redes sociales ahora le es posible estar en un seminario en el CUIB, o
en una conferencia en Ottawa en el mismo mes, y conversar con colegas del campo
de las bibliotecas, del análisis y minería de datos, o del área archivística.
Los observatorios que surgen en todas las disciplinas permiten mirar el uso de
sistemas nuevos y participar de los esfuerzos que hoy realiza la FAO en
repositorios agrícolas, y mañana la red de bibliotecas escolares de Bogotá o
Santiago. Tal como Deyanira lo afirma es
un privilegio vivir este tiempo para una profesional de la información.
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