jueves, 29 de octubre de 2015

Curriculum vitae 2011

CV Deyanira Sequeira

9 de agosto 2011

Preparado para una presentación sobre capacidades del Bibliotecario futuro.

Deyanira Sequeira Ortiz nos va a hablar de capacidades, de habilidades, de instrumentos que nos convierten en profesionales de la información. Me toca hacer una somera reflexión sobre esas capacidades que le permitieron, durante más de cinco décadas, ejercer la profesión.  Estudió en el Colegio de Señoritas, un verdadero semillero de mentes, y de entusiasmos que permitieron que, en una época muy deprimida económicamente –la posguerra- y según sus palabras, pudiéramos atar nuestro carro a las estrellas.

Se formó primero que en Bibliotecología,  en Ciencias Económicas. Época de don Rodrigo Facio, quien tuvo la visión de conseguir una beca para que realizara sus estudios de posgrado en una gran universidad norteamericana: la Columbia University, bajo la guía de excelentes profesores  que guiaban a los estudiantes para que aprendieran a manejar no sólo los instrumentos de la profesión, sino la teoría que sustentaba todos los procesos. La fabulosa biblioteca fundada por el mismo Dewey era un apoyo y un asombro continuo. Ahí aprendió sobre la  rigurosidad, la investigación como forma de crear conocimiento nuevo, y el trabajo duro. Unido a este aprendizaje estaba también la práctica en el Hospital Presbiteriano, donde entendió que la información sirve no solo para aprender o investigar, sino para curar enfermedades.  También aprendió a discriminar, cuando aún Internet no existía, cuáles eras los mejores textos en medicina interna, en gastroenterología, diabetes, cardiología, enfermería… el manejo de vocabularios, de lenguajes, de métodos de sistematización del conocimiento. Ahí se abrió la academia para ella, y esa ventana estuvo abierta para Deyanira el resto de su vida.

En Costa Rica  aprendió que no hay trabajo pequeño, que se puede amar la catalogación y clasificación de libros, o la atención al público, en una biblioteca universitaria, o de colegio, y también se puede disfrutar la administración de una Biblioteca con su equipo grande de empleados, o la dirección de una Escuela de Bibliotecología. No importa desde donde se sirva, ella aprendió a amar la profesión y los diferentes equipos con quienes fue compartiendo las tareas del momento. La parte más rica de su trabajo  la realizó en la Universidad Nacional, en una época en que había que inventarlo todo: el Estatuto Orgánico, los Comités de Apoyo a la Biblioteca para seleccionar bibliografías, el trabajo con los equipos de profesores en todas las carreras, la construcción del currículo… ese involucramiento con todo el hervidero de ideas y sueños que fue empezar un proyecto de esa envergadura.  Para Deyanira trabajar con los arquitectos diseñando el edificio nuevo, los servicios, las redes, los sistemas fue extraordinario, así como la creación de una Escuela de Bibliotecología que atendiera las necesidades de bibliotecas en zonas alejadas del país, ofreciendo cursos presenciales en los fines de semana para pobladores de regiones alejadas. 


El trabajo en la región centroamericana y del Caribe

En colaboración con la Oficina de Bibliotecas Escolares del MEP y con la OEA llevó la idea, nueva para los años 80s, de una biblioteca escolar como centro de recursos. Los CRAs que se hicieron populares. Fué a Nicaragua a participar en diagnósticos y campañas de alfabetización, y al Caribe anglófono a entrenar bibliotecarios.  Inclusive el proyecto que armó con su hermana Zaida y con el Ministerio de Educación de Nicaragua permitió traer grupos de bibliotecarios por varios meses, para que se entrenaran aquí y pudieran respaldar la alfabetización.

Trabajo como consultoras

Cuando inició la empresa BIBASI, muchas colegas colaboraron dentro del país y fuera de él en un trabajo muy nuevo en ese momento:  la modalidad de las consultorías; fuera de Costa Rica  su énfasis fue en Wáshington, al abrigo de sus enormes bibliotecas, empezando por LC.    Pero el reto mayor fue cuando tuvo que pasar de ese ambiente rico en apoyos de todo tipo, a desarrollar un proyecto en Armenia, país al que la envió el proyecto UNDP. En ese momento, Armenia acababa de independizarse de la antigua URSS y era un país arrasado y desolado. Dice Deyanira que recuerda haber pensado cuando se sintió en ese fin de mundo, totalmente incomunicada, sin el recurso del lenguaje, sin ninguna herramienta o apoyo, que  “aquí yo soy el único recurso, lo que sepa, lo que haya aprendido es mi único bagaje. Eso nada más. Al final de mi estancia ahí, vi que estaba equivocada: que también en ese país empobrecido y trágico, la solidaridad de mis pares, era el recurso invaluable capaz de levantar cualquier proyecto”.

El trabajo en las empresas nacionales

El énfasis que a través de Bibasi ha  querido imprimir,  en las empresas en donde  ha  trabajado,  es que los bibliotecarios somos profesionales valiosos de apoyo a todos los procesos de gestión de conocimiento institucional, no únicamente entrenados para realizar trabajos técnicos de ingreso de registros normalizados en las bases de datos. Por eso se ha involucrado en el diseño de sistemas de gestión, en la promoción del software libre, de los accesos abiertos, de formas alternativas de control de derechos de autor. Así mismo ha dado un impulso a las auditorías informativas como medio de dar el salto hacia formas nuevas de compartir el conocimiento institucional, involucrándose en los procesos de construcción de ese conocimiento, y mostrando las herramientas que ofrece la tecnología de punta para lograr la gestión, la colaboración, el compartir la información, la innovación, y lograr tener impacto.  Según su opinión, a los grupos a los que más  ha costado convencer es al de las propias colegas, que insisten en contratar a Bibasi sólo para ingresar  registros en las bases, para catalogar y clasificar. A lo más consideran prioritaria la construcción de tesauros y ontologías. Pero todo el entrenamiento nuevo en construcción de comunidades de práctica, la formación de repositorios institucionales, y el desarrollo de una cultura nueva e innovadora en las organizaciones, eso no parece una prioridad.  Y en  esta parte de su vida profesional lo que realmente le preocupa es que profesionales de otra áreas estén realizando esas tareas esenciales que hemos dejado de lado, esa tarea de intermediarios, de curadores de información, de agregadores de valor, de conductores de procesos, de formadores de redes y comunidades en donde se genera el conocimiento. Mientras, los robots asumen de a poco, o de a mucho, las tareas mecánicas a las que tanta prioridad se había dado.

Relaciones con colegas en redes


Deyanira opina que fuera de esos entornos tan fijos y reglamentados, el ambiente es mucho más libre y permite una enorme solidaridad y retroalimentación. Gracias a internet y a las redes sociales ahora le es posible estar en un seminario en el CUIB, o en una conferencia en Ottawa en el mismo mes, y conversar con colegas del campo de las bibliotecas, del análisis y minería de datos, o del área archivística. Los observatorios que surgen en todas las disciplinas permiten mirar el uso de sistemas nuevos y participar de los esfuerzos que hoy realiza la FAO en repositorios agrícolas, y mañana la red de bibliotecas escolares de Bogotá o Santiago.  Tal como Deyanira lo afirma es un privilegio vivir este tiempo para una profesional de la información.

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